lunes, 17 de enero de 2011

La Espera 2


¿Recuerdas aquel relato que te escribí?

Hablaba de nuestros encuentros en la Plaza Nueva, donde el Ayuntamiento. Defendía la tesis de llegar tarde a las primeras citas por sistema, porque resultaba maravilloso que empezaras a impacientarte esperándome, empezaras a pensar en mí, aunque fuera para mal y te enfadaras por mi retraso. Mientras acudía a tu encuentro, imaginaba qué te habrías puesto para la ocasión o si te habrías recogido el pelo, si llevarías ese perfume con olor a rosas. Soñaba impaciente por poder llevarte por los rincones más hermosos de la ciudad y perdernos, quizá en el Café Picalagartos, quizá en el Parque de Maria Luisa. ¿Recuerdas como aquella vez se nos hizo tan tarde en el parque que me hiciste saltar la verja para salir? Madre mía, si tuviera que hacerlo ahora seguro que me daría un costalazo. Tú trepaste como una ardilla, con facilidad y puro equilibrio.

No sé si recuerdas aquel relato que fue fruto poco después de, al menos, dos de mis canciones. ¿Recuerdas que había días que faltabas a clase y me cantabas Auxi va? Con esa mirada líquida y tu voz tierna, lánguida, como las tardes en Primavera en Sevilla. ¿Recuerdas a Nyman? Y como las notas de Big my secret sonaban repletas de verdad cuando las teclas del piano eran acariciadas por la punta de tus dedos.

Fue maravilloso estar inmerso en el universo de tus días. Dejarme la piel, las palabras, la ternura y compartir tanto contigo.

Me encantaba ese lapso de tiempo, lo disfrutaba, me recreaba en el viento y en las calles que nos separaban, porque sabía que al final, al final estabas tú. Allí estabas, radiante y hermosa, fuerte y con toda la vida por delante, con tu carpeta apretada contra el pecho y el invierno por bandera. Tus botas de piel y tu abrigo marrón, y le incertidumbre del futuro que estaba por llegar. Me encantaba esa espera porque sabía que estarías pensando en mí con impaciencia.

En cambio, la espera que vivimos en espiral ahora no me gusta. Esa que vivimos tus familiares y amigos, esa nos impacienta tanto y nos abrasa, nos adolece y sentimos en nuestras carnes, tu carne. El golpe, el traumatismo, el sueño en el que estás sumergida, sedada a la espera de una evolución, de tu recuperación. Esta espera será un infierno hasta que no te veamos abrir los ojos, sonreír, vislumbrar en tu rostro de nuevo esa mirada de agua que te caracteriza. El sortilegio inexorable de tu voz que hoy es la voz que tus padres, tus hermanos, tus amigos, todos llevamos por dentro. Estamos a la espera de ti. Estamos mirando al borde de un precipicio, pero seguros, eso sí de que lucharás con todas tus fuerzas por superarlo, por salir adelante. La esperanza siempre ha sido tu estandarte y eres una mujer luchadora e intrépida. Subirás por la verja con la misma facilidad. Aún te queda mucho que construir y muchas anécdotas que regalarnos, muchos besos, muchos abrazos, y estoy seguro que no permitirás doblegarte ante este terrible golpe que te ha dado la vida.

Esta espera, no obstante, este no saber, es un “sin vivir” sostenido en cada uno de nuestros latidos. Eres un vendaval, pequeña, ¿te acuerdas? Una hermosa fuerza de la naturaleza, te queremos bien, sana y salva. Ya sabes que te estamos esperando, estamos todos pendientes de ti, oliendo tu respiración y besándote la frente. Cálida y suave como siempre. Te vas a poner bien, mi niña. Y cuando así sea, esta espera no querremos volver a repetirla nunca más, y yo seré de los primeros que acudan puntual a tu encuentro cuando quedemos en la Plaza Nueva.

Y todo va a salir bien.

7 comentarios:

Luci dijo...

Me ha encantado.
Mucho ánimo y espero, de corazón, que todo salga bien.

MIGUEL ANGEL dijo...

Imagino que el relato es real, aunque no se exactamente lo que te pasa, pero es lo mismo, si es alguien tuyo, de tu sentir....seguro que la vida y la confianza en ella hará su fruto, y yo rezaré hoy por ello... los malos momentos, pasan, como todos, antes de que nos demos cuenta, aunque mientras pasan, hacen detenerse nuestro tiempo, que nos tiene en vela el sueño... Animo y seguro que todo saldrá bién, seguro...

Nuria Barea dijo...

Mucho ánimo, Manuel, de mi parte y de todo aquél que te sigue, te escucha y/o te lee. Un abrazo a ambos.

Medusilla dijo...

Muchísima suerte y mucha fuerza. No vale venirse abajo. Una persona como la que describes se merece salir adelante. Un fuerte abrazo

Manuel Cuesta dijo...

Muchísimas gracias de todo corazón por vuestros comentarios y palabras de ánimo. Abrazos.

Anónimo dijo...

Despertará, tarde o temprano, todo depende de lo bonito que sea su sueño. Pero se despertará para regresar con vosotros.

Ese relato lo escuché en su día, en goear o en youtube, lo leíste en algún programa de radio. Ahora se algo más, que detrás de esa espera estaba ella.

Paciencia y muchos ánimos, sobre todo para la familia.

Goyo.

N dijo...

Ánimo y suerte, Manuel.